El otro día estaba leyendo mi revista favorita (Enigmas, número 236), y me agradó
encontrar una información del famoso escritor Juanjo Benítez, describiendo cuál
había sido su primer contrato firmado con una editorial: debía entregar seis
libros en un año. A cambio recibiría 300.000 pesetas por libro, renunciando a
sus derechos de autor. Esto fue en 1979, cuando él era tan solo un periodista y
no creo que fuera muy conocido. Lo mejor era su definición de “leonino”, breve y concisa:
Leonino: se aplica al contrato que solo es ventajoso
para una de las partes.
Me quedé flipada. Y luego dicen que los escritores se pueden
hacer ricos...
Bien, pues a día de hoy, 26 de agosto de 2015, la situación
para los escritores es cien mil veces peor. De hecho, muchos de
nosotros sospechamos que la profesión de escritor va a desaparecer. Creo
que es difícil hacer una comparativa, pero si ahora mismo a mí me pagaran 1800
euros por escribir un libro, por supuesto perfectamente corregido y sin una
sola falta de ortografía, que por algo soy escritora profesional, de la
extensión habitual de los libros de Benítez que mencionaba en su editorial, que
no es mucha, lo celebraría por todo lo alto. En su lugar, me toca llorar por
las esquinas.
Ya nadie paga eso a un escritor, a no ser que seas George
R.R. Martin (y a lo mejor me equivoco). Ahora eso es lo que te piden a
ti, escritor que te has dejado la piel en crear de cero una historia y
revisarla unas doscientas veces, mientras te ganabas la vida trabajando de otra
cosa, por publicar tu libro. Eso sí, tratando de convencerte de que pagando esa
módica cantidad por cien unidades, verás cumplido tu sueño.
Ahora mismo, si te vas a elance.com,
encontrarás miles de ofertas para escribir libros desde la sombra, para otros,
¿y crees que te van a pagar 1800 euros? Conténtate con 200, y además reza para
que te paguen al entregar la obra, como quedó establecido al principio del
acuerdo, todo de boquilla y con una aparente protección que luego se queda en
nada. Por supuesto, renunciando a tus derechos de autor.
Lo peor es que la mayoría de los escritores llaman éxito a
estar en el Top 10 de Amazon, vendiendo un puñado de libros a esos que hacen
llamarse tus amigos, por 1’49 euros. La verdad es que me es difícil encontrar
algo que más daño nos haga a los autores. La prostitución de la literatura. Y,
esto ya es algo personal, pero aún me revienta más la proliferación de empresas
que ofrecen sus servicios a personas que se llaman a sí mismos escritores y no
hacen más que llenar los grupos de Facebook con fragmentos pésimamente
redactados y con faltas de ortografía. No me duele que un escritor novato
necesite a alguien para corregirle su obra. Yo también me ofrezco a hacerlo, y
sé que la revisión y corrección por terceras personas es necesaria. Eso es lo
que antes hacían las editoriales, además de pagarte adecuadamente por lo que ya
habías hecho, que la creatividad no sale de la nada. Lo que me duele es
la falta de dignidad de los propios escritores, y la falta de respeto por el
trabajo de los autores que detecto en los lectores. Un escritor de
verdad no necesita esos servicios. Y dudo mucho que los escritores de verdad
estén en esos grupos de Facebook. Lo malo es que tampoco están trabajando con
buenos contratos para editoriales. Y si nos quedara algo de dignidad a los
autores no trataríamos de vender obras de dudosa calidad por menos de 1 euro.
Se nos caería la cara de vergüenza si subiésemos un libro electrónico mal
formateado, mal redactado y lleno de incorrecciones. No nos pondríamos a
escribir artículos por 2 euros, ni nos llamaríamos profesionales solo porque
nos gusta de vez en cuando “hacer nuestros pinitos” escribiendo una poesía o un
cuentecillo para nuestros hijos.
En el diccionario de la RAE, las dos primeras definiciones
de escritor son:
1. m. y f. Persona que escribe.
2. m. y f. Autor de obras escritas o impresas.
Como, siempre, la definiciones de la RAE se me quedan
cortas. Pero en este caso deja muy claro algo que se le olvida a la mayoría de
las personas que dicen ser escritores: ser escritor no es lo mismo que
ser un autor. Escribir una historia no es lo mismo que escribir bien una
historia. ¿Qué clase de artista es aquel que no conoce bien sus herramientas?
Si aún necesitas a alguien que te diga cómo debes usar los pinceles, es que aún
eres un aspirante a pintor. No te engañes a ti mismo. Y si de verdad crees que
tu obra no vale más de 1 euro, posiblemente no eres aún un autor.
¿Recuperaremos algún día la dignidad los escritores?
Ojalá. De momento, a mí me gustaría que todos los autores
nos negáramos a aceptar ofertas de trabajo denigrantes. Yo no soy Juanjo
Benítez, pero cuando me ofrecieron por primera vez publicar la fantástica
historia que había escrito (curiosamente no tardaron en leerse el manuscrito
más de cuatro días) me dijeron que solo tenía que encontrar cien amigos y un
local donde hacer la presentación del libro. Ellos se encargaban de la edición
de tantos ejemplares, y tras preguntarles ni siquiera me quedó claro qué
porcentaje de las ventas se iban a quedar ellos. En otra editorial que
aparentemente parecía más seria me dijeron que estaban encantados con mis dos
manuscritos, y que si quería publicar con ellos abonara la friolera de 2950
euros por 225 ejemplares. Por cierto, yo no buscaba coedición ni autopublicarme
en aquel entonces. Buscaba una editorial que se interesara por mi trabajo de
verdad y me ayudara a distribuir mis obras. Qué inocente era en aquellos
tiempos...
Por favor, no firmad contratos leoninos. No publiquéis
libros electrónicos a 1’49 euros. Me gustaría ganarme la vida como autora o al
menos como redactora profesional. Y el panorama está ya muy negro para los
escritores.